Primera Infancia
LA PRIMERA INFANCIA
Una marca para toda la vida
El cómo un lactante o niño vive y percibe sus primeros años de vida podría marcar su futuro. El período entre los 0 y 3 años o «primera infancia» no sólo representa el comienzo de la vida sino que más bien, es el tiempo que toma el ser humano para estructurar las bases de ésta. Lo que no se logra desarrollar en esta etapa, genera en los adultos diversas barreras que dificultan alcanzar un completo desarrollo de sus capacidades.
La equidad se juega en la primera infancia
La interacción de un cerebro en evolución, como el de un lactante o niño menor a 3 años, con su medio ambiente se transforma posteriormente en el impulsor de su desarrollo.
Los primeros años son escenciales para activar y desplegar nuestras capacidades intelectuales y socioemocionales.
Resulta clave entonces, reforzar la experiencia positiva, saber guiar la frustración pero por sobre todo apoyar la resiliencia; la capacidad que tiene un niño o niña de prosperar a pesar de haber experimentado circunstancias totalmente adversas.
Garantizar a un niño o a una niña una adecuada protección y desarrollo durante sus primeros años, traerá en el futuro múltiples beneficios que la sociedad podrá reconocer y valorar*
*Por cada dólar que invierte una sociedad en esta etapa de la vida, retornan xx
ESTIMULACIÓN TEMPRANA
Ahora sabemos que en los brazos de un adulto se desarrollan experiencias sensoriales y estados internos que permiten la construcción de un básico sentido de sí mismo de los niños más chicos, aumentando su confianza y seguridad en sí mismo.
La estimulación temprana es un conjunto de ejercicios, juegos y otras actividades que se les brinda a los niños y niñas de manera repetitiva en sus primeros años de vida, con el objeto de desarrollar al máximo sus capacidades físicas, emocionales, sociales y de aprendizaje.
Cuando «conversamos» con un/a lactante, aún cuando éste/a no sepa hablar, estamos basicamente, enseñando acerca de los sonidos y estructura del lenguaje.
La acción de leer un cuento a un niño, estimula su imaginación, eleva su lenguaje y vocabulario. Mientras que a través del juego incluso aquel desorganizado, mejora los lapsos de tiempo de atención, pensamiento creativo y refuerza las habilidades para resolver problemas.
Ahora también sabemos que cuando alimentamos a un bebé, hacemos contacto visual, lo mudamos o bañamos, no sólo estamos estimulando su desarrollo psicomotor y salud física sino que también estamos potenciando su desarrollo psicológico y social.
Podemos cantar aunque no seamos afinados, siempre será mejor que utilizar un disco, incluso inventar un cuento, ahora sabemos que en esta edad es cuando más aprenden y a mayor velocidad. Nuestra presencia física, nuestra voz y cariño marcaran fuertemente a los bebés.
Podemos generar efectos positivos que perdurarán en el tiempo.